28 octubre, 2008

Actuar para vivir


Henri Cartier-Bresson - 1932.
París, Place de l´Europe. Francia


-Puedo salir a decir un monólogo de Macbeth, entender su profundidad, saber que habla de la existencia misma, pero no voy a dejar de sentir que es un absurdo. Como la vida. El teatro es una especie de marco de eso que es la vida, que está ahí y que también es ridícula.

-En el caso de "La trup sin fin" eso es evidente pero, ¿qué pasa con las obras más realistas?

-También me parecen una ridiculez. Son unos tipos arriba del escenario y un montón de gente que cree que viéndolos entiende la vida. Es una situación rara. Y cuando digo raro me refiero a que ahí hay una mística particular, algo, de verdad, importante.

-Eso me hace pensar que cuando ves teatro toda esa magia que se produce entre el actor y el público queda afuera...

-Es que yo le saco la magia al teatro. Como espectador y como actor. Porque la magia está en la vida. Todo es mágico.

-¿Entonces por qué la gente paga una entrada para ver a actores que hacen lo mismo que ellos, pero de mentira?

-Porque necesitan verlo de afuera para comprender. Y piensan que por una hora y media de espectáculo entienden el universo, cuando es sólo una ilusión. Y lo que yo les digo es que la ilusión no está sólo en el teatro. Que no crean que sólo en el arte hay conexión con la metáfora. Vivir es una gran metáfora. Un misterio.

Misterio que Reinhold asegura que es encorsetado por las creencias. "No sirven para nada. Hay que desterrarlas", advierte. Y agrega: "La fe es darle crédito a algo que se da por supuesto porque alguien lo dijo. No por una comprobación propia. Es como apostar a lo que dice alguien. Y yo no tengo que apostar. Yo tengo que vivir".

En ese juego, el actor, cómico stand up, bailarín, clown, cantante y varias cosas más destaca la necesidad de ejercer la libertad propia. "No es ni siquiera una conducta. Es una condición que asumís o no. Y no en general, sino en particular. Con cada cosa asumís tu libertad, y algunas veces sos más libre que otras"...

Fragmentos del reportaje a Diego Reinhold.
fuente diario Clarín

18 octubre, 2008

Debes cambiar tu vida

Marion: El incidente con Claire me había dejado cierta sensación de nerviosismo e inquietud. Pensé que si leía un poco me relajaría. Me puse a hojear la edición de Rilke que tiene mi madre.
Cuando tenía dieciséis años hice un trabajo acerca de su poema relativo a la pantera y la imagen que la pantera vio al precipitarse fuera de su jaula. Y llegué a la conclusión de que aquella imagen sólo podría representar a la muerte. Entonces vi el poema favorito de mi madre, Archaic Torso of Apollo. Había manchas en aquella página, y creo que eran manchas producidas por lágrimas. Habían caído sobre el último verso: “Pues no hay lugar en el que no te vea. Debes cambiar tu vida.”

(Another Woman, Woody Allen, 1988)





Torso Arcaico de Apolo


No conocemos la inaudita cabeza,
en que maduraron los ojos. Pero
su torso arde aún como candelabro
en el que la vista, tan sólo reducida,

persiste y brilla. De lo contrario, no te
deslumbraría la saliente de su pecho,
ni por la suave curva de las caderas viajaría
una sonrisa hacia aquel punto donde colgara el sexo.

Si no siguiera en pie esta piedra desfigurada y rota
bajo el arco transparente de los hombros
ni brillara como piel de fiera;

ni centellara por cada uno de sus lados
como una estrella: porque aquí no hay un sólo
lugar que no te vea. Debes cambiar tu vida.

Rainer M. Rilke

01 octubre, 2008

Nada que amar



Durante esa ausencia [de Dios] no hay nada que amar. Y lo terrible es que si en estas tinieblas donde no hay nada que amar, el alma cesa de amar, la ausencia de Dios se vuelve definitiva. Es necesario que el alma continúe amando en el vacío. O al menos que desee amar, aunque fuese con una parte infinitesimal de sí misma. Entonces un día Dios viene a mostrársele y a revelarle la belleza del mundo, como fue el caso de Job.


Simone Weil
Attente de Dieu

Citada por Santiago Kovadloff en El enigma del sufrimiento.