25 noviembre, 2009

La pérdida de la singularidad



María Luján Picabea
- ¿Cree que la crisis actual del modelo dominante puede dar lugar a la búsqueda de un nuevo sendero, más ligado a la singularidad?

David Le Breton-Creo que es muy difícil encontrar singularidad en el mundo de hoy, en todo caso creo que es un camino muy personal. Vivimos en un mundo en el que estamos cada vez menos juntos, pero sí cada vez más pegados. El universo de la mercancía tiende a quebrar los lazos de solidaridad y también los lazos de amistad. El amor y la amistad se vuelven sentimientos difíciles, y eso se percibe en la precariedad de las relaciones afectivas. Antes se entablaban amistades que duraban toda la vida, ahora, en el contexto neoliberal, cambiamos de profesión o de trabajo, cambiamos de vecinos, de amigos, de relaciones. Las familias se ven desgarradas. En definitiva, la única certeza que nos queda es que vamos a morir, de ahí que el cuerpo sea lo único que nos queda, lo único verdaderamente nuestro. Con un cuerpo amenazado por el consumismo, es muy difícil seguir el camino propio. Cuando un hombre o una mujer están decididos a encontrar el propio camino, se enfrentan a muchas resistencias y en general son vistas como personas excéntricas, extravagantes. No tener teléfono celular, yo no lo tengo, parece una locura, nadie puede comprender que alguien viva actualmente sin celular, cuando hemos pasado millones de años sin ellos. Lo que sucede es que hoy hay que estar siempre alerta, siempre disponible, sin importar donde uno esté. Es un mundo que yo rechazo porque considero que el hombre necesita un tiempo para estar consigo mismo, necesita momentos de interioridad, de libertad, sin que eso sea una excentricidad. Me cuesta entender a millones de personas que van por la calle hablando permanentemente por teléfono, parece que estamos habitando un mundo en el que uno se pregunta si la gente está presente. La extrema conexión hace que la gente esté siempre ausente, fuera del lugar en el que está su cuerpo. Claro que es más grave entre los adolescentes, lo que indica que se tiende a un mundo que pierde su humanidad sensible.

ver el reportaje completo en revista Ñ.

22 noviembre, 2009

La infelicidad no es una razón



Paula Escobar Chavarría: Y usted, ¿qué ha aprendido sobre el matrimonio después de 50 años juntos?

Gay Talese: Bueno, no es que nos hayamos sentado en este sillón por 50 años... Hemos tenido una vida muy activa. Mi mujer no es de las que se quedan en la cocina haciendo sopa. Ella es una mujer de carrera. Cuando tenía 25 años, trabajaba y ahora, también. Siempre ha tenido una vida profesional muy rica, y yo también... Entonces somos dos personas en la misma casa pero no vinculados claustrofóbicamente. Eso no significa que tengamos seis amantes cada uno. No, eso significa que tenemos nuestras propias opciones, y no es nunca una trampa. El matrimonio no es una trampa. Ésa es una de las razones por las que yo creo que nuestro matrimonio ha funcionado. Quizás a otra gente le gustan las trampas, les gusta estar atados y quieren estar encadenados...

-¿Por qué cree que la gente se divorcia tanto hoy?

-Las razones son muy complejas. ¿Por qué la gente se divorcia? Porque no son felices. ¡Pero la infelicidad no es una razón para divorciarse! -exclama, abriendo mucho los ojos y moviendo las manos-. La infelicidad no es una razón para hacer nada. La vida no siempre es feliz y uno debe ser consciente de eso. Algunas personas no tienen suficiente educación, suficiente madurez, para ver que la infelicidad es parte de la vida. El miedo es parte de la vida, el error es parte de la vida. Y no llegas y arrancas de la falla, la infelicidad... Eso no significa que debas sufrir innecesariamente. Pero significa que a veces el sufrimiento es necesario y es bueno. A veces es una experiencia de aprendizaje.

-¿Qué mata a un matrimonio?

-Lo que mata a un matrimonio, o a una relación en general, es la falta de respeto. Lo que mantiene una relación es, de todas las cosas, el respeto. Y nunca es el sexo lo que mantiene una relación. ¡Es tan inmaduro pensar eso! Porque el sexo no es amor.

Ver nota completa en ADN Cultura.

20 noviembre, 2009

El camino a tomar


Alice  (Woody Allen)

Doctor Yang: La señora Tate creía ser feliz. Pero observado más de cerca, su marido no era muy honesto, y ella no muy honesta consigo… creo que la señora Tate tiene una idea mejor de quién es que antes de acudir al señor Yang. De quiénes son sus amigos y quiénes no. Quién su marido, amante, hermana, madre. Cuáles son sus necesidades, sus límites, sus virtudes. Cuáles son sus sentimientos más íntimos. Quizás no tiene todas las respuestas pero lo entiende mejor. ¿No?

Alice: Si, si, es verdad.

Doctor Yang: Ahora debe decidir que camino tomará su vida.

14 noviembre, 2009

La inmensa noche avanza




RECOGIMIENTO

(Recueillement)

Cálmate, dolor mío, y tu angustia serena.
Anhelabas la noche. Ya desciende. Aquí está.
Una atmósfera oscura cubre a París. Traerá
a unos cuantos la paz, a otros muchos la pena.

Mientras la muchedumbre que se rinde al placer
su verdugo inclemente por las calles anhela
cazar remordimientos bajo la fiesta en vela,
tú, dolor, ven a mí. Dame la mano al ver

que es posible escaparse de los ya muertos años
con sus antiguos trajes en el balcón celeste.
Ya brotan, como salen del mar, los desengaños,

cuando el sol, bajo un arco, se muere en lontananza.
Ahora, tal un sudario que desciende del este.
Observa, mi dolor: la inmensa noche avanza.

Charles Baudelaire

03 noviembre, 2009

Participar en apariencia

Las alas del deseo (Der Himmel Über Berlin, 1987 - Wim Wenders)

Damiel: ¿Y bien?

Cassiel: Hace veinte años se estrelló un caza soviético cerca de Spandau, en el lago Stossen. Hace cincuenta años…

Damiel: Fue la Olimpíada.

Cassiel: Hace doscientos años Blanchard voló sobre la ciudad en un globo aerostático.

Damiel: Como los refugiados del otro día. Y hoy, en el lago Lilienthal, alguien aminoró el paso y miró a sus espaldas, en el vacío…
En el correo alguien quería acabar para siempre, pegó sellos especiales en sus cartas de despedida, uno en cada una; y luego en Mariannenplazt habló con un soldado americano en inglés, por vez primera desde el colegio y, además, con soltura. En Plotzenzee un preso antes de tirarse de cabeza contra el muro dijo «ahora». En el metro, el conductor en lugar del nombre de la estación, gritó de pronto «¡Tierra del Fuego!»…

Cassiel (Otto Sander) y Damiel (Bruno Ganz)

Damiel
: ¡Qué bonito!

Cassiel: En Renbergen un anciano leía La Odisea a un niño y el pequeño oyente había dejado de parpadear… Y tu, ¿tienes algo para contar?

Damiel: Un transeúnte que cerró el paraguas en medio de la lluvia y se dejó empapar… Un colegial que describía a su profesor cómo crece el helecho de la tierra y sorprendió al profesor...

Un ciego que palpó su reloj al sentir mi presencia...

Es maravilloso vivir sólo en espíritu, día a día para la eternidad, atestiguar sólo lo espiritual de la gente. Pero a veces me hastía mi presencia de espíritu. Y ya no quisiera ese flotar eterno, quisiera sentir un peso que anulara en mí lo ilimitado y me atara a la tierra. Poder, a cada paso, a cada golpe de viento, decir «ahora» y «ahora» y «ahora»… Y ya no más «desde siempre» y «para siempre». Tomar el asiento libre de un partido de cartas, ser saludado aunque sea sólo con un gesto...

Damiel (Bruno Ganz)

Siempre que hemos participado ha sido sólo en apariencia: nos hemos dejado dislocar la cadera en peleas nocturnas, en apariencia. Hemos capturado un pez, en apariencia. Nos hemos sentado a las mesas, hemos comido y hemos bebido, en apariencia. Nos hicimos asar corderos y servir vino allá en las tiendas, sólo en apariencia. No pido engendrar un niño o plantar un árbol, pero ya sería algo, de vuelta a casa tras un largo día, dar de comer al gato como Philip Marlowe. Tener fiebre, tener los dedos negros de leer el periódico. Fascinarme no sólo por el espíritu, si no, al fin, por una comida, por la curva de una nuca, por una oreja...

¡Mentir como respirar! Sentir que al andar, tu esqueleto anda contigo. Intuír, por fin, en vez de saberlo todo. Poder decir «Ay» y «Tss» y «Ah» y «Aj», en vez de «Si» y «Amén»...

Sentir al fin lo que es quitarse los zapatos debajo de la mesa y estirar los dedos de los pies así descalzo...

Cassiel: ¡Quedarse solo! ¡Dejar que las cosas ocurran! ¡Permanecer serios! Sólo podemos ser salvajes mientras permanezcamos serios. ¡No hacer otra cosa que mirar, recolectar, testimoniar, preservar! ¡Permanecer espíritu! ¡Mantener la distancia! ¡Mantener la palabra!