31 enero, 2013

Nunca somos lo bastante...

 Luca Finotti

Quizá tú nunca llegues a saber que no es posible ayudar a nadie. No hay cosa más difícil en este mundo que ayudar a alguien. Ves únicamente que una persona que quieres o que es importante para ti se dirige a un precipicio, que actúa en contra de sus intereses, que se vuelve loca o triste, que se atormenta, que no puede más, que está a punto de caerse..., y tú corres hacia ella, te gustaría ayudarla y de golpe te das cuenta de que no es posible. ¿Acaso eres débil? ¿No sirves para ello? ¿No eres lo bastante bueno, lo bastante sincero, lo bastante abnegado, apasionado y humilde? Claro, nunca somos lo bastante... Pero aunque fueras un profeta con poderes sobrenaturales y hablaras el idioma de los apóstoles, tampoco bastaría... No se puede ayudar a nadie porque el «interés» de los hombres no es lo mismo que lo que es bueno o es lógico. Quizá necesitemos el dolor. Quizá necesitemos aquello que, según todos los síntomas, es contrario a nuestros intereses. No existe nada más complicado que determinar los intereses de un ser humano...

Sándor Márai
Divorcio en Buda

27 enero, 2013

Abrir el corazón

Perhaps love (Ru guo . Ai, 2005)

Hay dos tipos de personas: los que son capaces de abrir su corazón a los demás y los que no. Tú te cuentas entre los primeros. Puedes abrir tu corazón siempre y cuando quieras hacerlo.
—¿Y qué sucede cuando lo abres?
Reiko, con el cigarrillo entre los labios, juntó las palmas de las manos con aire divertido.
—Que te curas —afirmó.
La ceniza del cigarrillo cayó sobre la mesa, pero a ella no pareció importarle.


Haruki Murakami
Tokio Blues

25 enero, 2013

Juventud

 foto de Germán García (AFP/Getty Images)

En Berlín empezaba para mí una aventura inesperada: la aventura de la juventud... Ahora ya sé que la juventud no puede medirse en términos temporales porque se trata de un estado cuyo principio y cuyo final no pueden ser determinados por fechas concretas. La juventud no comienza con la pubertad ni termina un día en concreto, por ejemplo, cuando cumplimos cuarenta años o cualquier tarde de domingo a las seis. La juventud es una percepción singular de la vida, en absoluto «tormentosa», que llega cuando menos lo esperamos, cuando no estamos preparados, ni siquiera avisados. Es un estado triste, puro y altruista. Te arrastran unas fuerzas que no desafías. Sufres, te avergüenzas, desearías que se acabase pronto, desearías ser «adulto», llevar barba y bigote tupidos, tener tus propios principios y tus propios recuerdos, crueles e inequívocos. Un día te despiertas y te das cuenta de que las luces que te rodean han cambiado y los objetos y las palabras han adquirido un significado diferente. Según los datos reflejados en tu pasaporte y las reservas energéticas de tu cuerpo sigues siendo joven, quizá aún no te hayas convertido en hombre en el verdadero sentido de la palabra, en un hombre lleno de desengaños. Sin embargo, la primera juventud, ese adormecimiento, ese estado inocente y malhumorado, ya se ha acabado. Ha empezado algo nuevo, ha terminado una etapa importante de tu vida. Te despiertas de un hechizo y te sorprendes. Es un sentimiento de après que no se parece a ninguna otra experiencia corporal previa, un sentimiento con un fuerte componente de amargura y desilusión. Mientras dura, la juventud es una época en la que casi nadie puede hacernos daño. 

Sándor Márai
Confesiones de un burgués

03 enero, 2013

El mar no tiene explicaciones

 Mar del Sur, enero 2011  -  (c) Marxe

Y todos instintivamente levantaron los ojos, por un momento, buscando en la superficie del océano el perfil de una iglesia, idea comprensible pero también irrazonable idea, no había iglesias, no había cruces, no había senderos, el mar no tiene caminos, el mar no tiene explicaciones.

Alessandro Baricco
Océano Mar