30 diciembre, 2015

La versión inglesa de la felicidad


Maggie Smith (Dowager Violet) y Samantha Bond (Lady Rosamund)
Downton Abbey (T6E9)


Lady Rosamund: No siempre pensamos que habría un final feliz para Edith.

Dowager Violet: Bueno, aun hay riesgos, pero con un poco de suerte serán lo bastante felices... que es la versión inglesa de un final feliz.

Lady Rosamund: ¿Qué crees que nos hace a los ingleses como somos?

Dowager Violet: No lo sé, las opiniones difieren, algunos dicen que nuestra historia pero yo creo que es por el clima.

06 diciembre, 2015

Sin manuales

Antoine de Saint-Exupéry

Es diferente porque acaba de darse cuenta de que sólo importa, para el hombre, "la vida interior". ¿Cuál? La que le permite, a cada uno, tomar conciencia de lo que es, en realidad, de lo que es como individuo. Una vida interior que es la búsqueda de sentido, en un mundo que nos regaló la vida, sin indicarnos el uso.

Virgil Tanase
Antoine de Saint-Exupéry

28 noviembre, 2015

Un brillante rayo de luz en el futuro




Ogata Gekko - Monje Saigye (Hoshi) -1888

 

No es que hubiera olvidado la lección que le enseñó Takuan: el hombre realmente valiente es el que ama la vida y la estima como un tesoro que, una vez perdido, jamás puede ser recuperado. Sabía muy bien que vivir significaba algo más que limitarse a sobrevivir. El problema consistía en impregnar su vida de significado, en asegurar que su vida lanzara un brillante rayo de luz en el futuro, aun cuando resultara necesario entregar esa vida por una causa. Si lograba hacerlo, la duración de su vida, tanto si eran veinte años como setenta, sería lo de menos. Una vida humana no era más que un intervalo insignificante en el flujo interminable del tiempo.

Eiji Yoshikawa
Musashi
Vol.2: El camino de la espada

06 noviembre, 2015

El visitado del amor


 
 Jan Mankes - Fila de árboles (1915)

Debía acudir al despacho. No me hacía mal saberlo, porque permanecía bajo la influencia del sueño y de la mano blanca, otro sueño. Mal me causaba, eso sí, que lo real me resultase inasible y, si una mujer venía a mí, lo hiciera en sueños, nada más.
¿Nunca sería el visitado del amor? No el amor de Luciana, si es que lo conseguía, sino el de una mujer de otras regiones, un ser de finezas y caricias como podía haberlo en Europa, donde siquiera unos meses hace frío y las mujeres usan abrigos suaves al tacto como los cuerpos que cobijan.
Europa, nieve, mujeres aseadas porque no transpiran con exceso y habitan casas pulidas donde ningún piso es de tierra. Cuerpos sin ropa en habitaciones caldeadas, con lumbre y alfombras. Rusia, las princesas…Y yo ahí, sin unos labios para mis labios, en un país que infinidad de francesas y de rusas, que infinidad de personas en el mundo jamás oyeron mentar; yo ahí, consumido por la necesidad de amar, sin que millones y millones de mujeres y de hombres como yo pudiesen imaginar que yo vivía, que había un tal Diego de Zama, o un hombre sin nombre con unas manos poderosas para capturar la cabeza de una muchacha y morderla hasta hacerle sangre.
Yo, en medio de toda tierra de un continente, que me resultaba invisible, aunque lo sentía en torno, como un paraíso desolado y excesivamente inmenso para mis piernas. Para nadie existía América, sino para mí; pero no existía sino en mis necesidades, en mis deseos y en mis temores.

Antonio Di Benedetto
Zama

16 octubre, 2015

Ya nada más hay que pedir

 
Henri de Toulouse-Lautrec - En el Moulin Rouge (1892)

Y todo llega en la vida, llega también el momento de preguntarle todo lo que se me ocurre, de qué equipo es, qué jugador le gusta más, si piensa seguir estudiando, y sus ideas políticas para ver si en su corazón hay un lugar para los pobres, todo se lo puedo preguntar, tenía razón mamá que la vida es mía, y mi hermana que dice «no te cases joven, no te cases joven» porque la juventud manda y ya llegarán las obligaciones y las responsabilidades, pero ahora es la hora de divertirse, de vivir y dar alas a los sueños que anidan en nuestro corazón, es tu hora Esther, porque después de una animada charla iremos a caminar por las veredas del centro (una vía láctea desmembrada en prolijo cuadriculado: el centro de mi ciudad) e imantados por un polo poco tardaremos en subir las escaleras por donde ya se empieza a escuchar la síncopa electrizada de una orquesta de jazz, y bajo las ultramodernas lámparas difusas de Adlon, recortándose en el aire satinado, luciendo sus mejores galas está la juventud triunfadora del Colegio Incorporado «George Washington» y Casals hace su maniobra y al sentarnos a mí me pone al lado de Héctor, y la orquesta ataca un cadencioso fox y a lo mejor Héctor se quiere cambiar de asiento y sentarse al lado de otra ¿cómo puede una pobre niña inexperta saber lo que una dama habría de hacer en esas circunstancias? ¿pero es posible Dios mío lo que estoy sintiendo?... ¿basta tan sólo esto para barrer con mis dudas —telarañas del alma— tan fácilmente?... sí, ya todo es verdad, ya nada es feo, falso, triste o malo en el mundo, porque... bueno, es tan simple... es que Héctor me ha tomado la mano debajo de la mesa, y me la estrecha, y nuestros corazones laten al compás de un fox, y Esther ¿qué más puedes pedir? ya nada más hay que pedir, porque en este mundo a la vuelta de cada esquina florecen un rosal y una pareja, y no hay nada más que pedir, sólo una cosa, sí, por favor, una cosa... que los relojes se detengan y el tiempo muera por siempre, cuando sea domingo.

Manuel Puig
La traición de Rita Hayworth

09 septiembre, 2015

Narrativa playera

Roland Oudot - La Plage de Trouville

La playa es un espacio de deseos que se cruzan, pero sobre todo el escenario de lo que no sucede: amores conjeturales, cuerpos inaccesibles, pies ajenos. La arena tiene algo de página vacante donde todo está por narrar.

Andrés Neuman
Una vez Argentina

20 agosto, 2015

Una máquina


 Benito Quinquela Martín – Motivo del Puerto (1946)

La mayoría de los hombres, aún en esta nación libre, debido a la simple ignorancia y al error, están tan ocupados con labores superfluas de la vida que sus más hermosos frutos no pueden ser cosechados. Sus dedos, de excesiva fatiga, son demasiado torpes y tiemblan demasiado. En la actualidad, los trabajadores no tienen tiempo para una integridad verdadera, en el día tras día; no pueden permitirse sostener relaciones con los demás hombres porque su tarea sería despreciada en el mercado. No tienen tiempo de ser nada salvo convertirse en una máquina.
 

Henry David Thoreau
Walden, La vida en los bosques

09 agosto, 2015

El próximo embate


 Mark Tipple (2013)

Cuando estaba sola en el mar me iba a algún lugar donde no hubiera gente pero donde se podía hacer pie, esperaba cada ola para tratar de pasarla, hundiéndome hasta el fondo ante cada embestida. Si uno lo hacía a tiempo, era fácil, aunque fuera una ola gigante la que viniera. Podía sentir cómo pasaba el remolino por encima haciéndome vibrar todo el cuerpo, y yo salía del otro lado, el pelo peinado por el agua, empapada la piel de olor a mar. Cada vez que me hundía bajo una ola me acordaba de Él. El mar y Él se parecían. Me dejaban agotada, me hacían olvidar que había matrimonios leyendo noticias de bombas mientras tomaban sol o madres persiguiendo a sus hijos para que se pusieran Sapolán. Y nadie podía decirme basta, Andrea, ya es suficiente. Me levantaba tambaleante y esperaba el próximo embate. Esa fuerza poderosa. Me reía. Los ojos ardiendo por la sal, la nariz chorreando agua. Cada célula del cuerpo vibrando de excitación. No sé por qué sentía que lo que me pasaba en el mar era algo que no le podía contar  a nadie.

Alejandra Laurencich
Las olas del mundo

23 julio, 2015

Transportando un mundo


 Sudeste (Sergio Belloti, 2002)


El río se extiende ancho y silencioso, y sobre los bancos parece más desolado.
Trabajó todo este tiempo sin más compañía que la ocasional del perro bayo. Se internaba en los juncos algo después del amanecer y, la mayoría de las veces, ni siquiera regresaba al mediodía para echarse un rato en el refugio. Cuando el agua estaba baja armaba un lecho de juncos y se extendía encima una media hora. Cuando estaba alta, generalmente volvía al refugio o apenas se detenía para mascar un pedazo de galleta y tocino y fumar el pucho más largo que encontraba rebuscando en los bolsillos.
El viento ondulaba la superficie del río, y por encima del río, aquel inconstante mar verde en medio del cual se afanaba. Oía el silbido enroscándose en torno suyo, como una serpiente. Y luego las palpitaciones de aquella enorme soledad. Él se movía transportando consigo aquel mundo, dondequiera que fuese. El viento había ajado sus manos y su rostro, de piel tensa y curtida. La lejanía vació sus ojos y la soledad lo tornó abstraído y mustio.

Haroldo Conti
Sudeste

14 junio, 2015

Dos hombres solitarios


 Hasui Kawase - Templo de Tenno (1927)

-Soy un hombre solitario- volvió a repetir esa noche-, pero me pregunto si en cierto modo tú no serás también un solitario. Yo soy ya mayor, así que puedo tolerar la soledad más fácilmente, aunque en tu caso es diferente. Eres joven y tengo la impresión de que sientes la urgencia de actuar, de hacer cosas. Casi siempre me parece como si estuvieras deseando enfrentarte a algo…
-Yo no soy en absoluto un solitario.
-Oh, no hay época de mayor soledad que la juventud. Pero ¿por qué si no me visitas tan a menudo?
De nuevo la misma pregunta.
-Incluso aquí, conmigo, es probable que te sientas solo. Yo no tengo la fuerza suficiente para agarrar tu soledad y expulsarla de ti. Llegado el momento, sentirás el impulso de abrir tus brazos a otra persona. Antes o después tus pies dejarán de traerte a mi casa.
Después de eso sonrió triste.

Natsume Soseki
Kokoro

03 junio, 2015

Paz

Eva Green (Vanessa Ives) y Rory Kinnear (John Clare)
Penny Dreadful - T2E5: Above the vaulted sky (2015)
 
Vanessa: ¿Sabe que comparte el nombre con un poeta muerto?
John: Sí… ¿Le gusta la poesía?
Vanessa:  A toda la gente triste le gusta la poesía. A la gente feliz le gustan las canciones.
John: [ríe] Siempre me ha conmovido la historia de John Clare. Según todos los informes medía cinco pies de altura, así que era considerado extraño. Quizás por eso sentía afinidad con los marginados y los no amados, los animales feos, las cosas rotas. Aún así…  [empieza a recitar el poema “Yo Soy” de  John Clare*]
Vanessa:  [continúa el recitado, lo terminan juntos]

Vanessa: Me pregunto si alguna vez encontró su sitio en silencio con Dios…
John: El poema me dice que sí, como usted algún día.
Vanessa: Paz…
John: ¿Es ese el propósito de la religión?
Vanessa: ¿No lo es?
John:  Puede ser encontrada en los detalles más pequeños de la vida, el amable toque de una mano…

  


Vanessa: Lo ví hace un rato. Estaba tomando café con un amigo. Está enamorado de alguien aunque no sé si lo sabe. Pero ella tocó su mano y en su cara… algo que nunca había visto antes, un tipo de paz de algún modo…
John: El tipo más cruel. Es letal ese toque ya que deja tu corazón a merced del otro. Estás tan desprotegido…
Vanessa: Todos somos torpes en el amor. El mío siempre ha ido mal. Cuando me he abierto a él en el pasado me ha dejado… dañada. Las consecuencias son demasiado graves.
John: ¿Cuál es nuestra recompensa? Nosotros que no podemos echar nuestras embarcaciones al mar…
Vanessa: ¿Y cómo vamos a navegar por las aguas cuando son tan extrañas?
John: He… conocido a una mujer recientemente, de hecho, pero no sé sómo comportarme.
Vanessa: Como usted mismo.
John: O como todo lo contrario. ¡Soy tan torpe señorita Ives! Puedo recitar poesía hasta el fin de los días pero no puedo tomar sus mano con esta mano tan… pálida y fea. Todas las estratagemas de la batalla son desconocidas para mí. Cuándo reir, cómo reir, cómo ponerse de pie y sentarse, e inclinarme y bailar…


[Vanessa le enseña a bailar]


John Clare

*Yo Soy

Soy —pero a quién le importa, quién sabe lo que soy,
Como a un vago recuerdo me apartan mis amigos;
Soy el que se alimenta con sus propios pesares,
Que suben y se esfuman en multitud de olvidos,
Sombras en los ahogados espasmos del amor,
Y sin embargo soy, semejante a vapores

Lanzados a la nada del desprecio y del ruido,
Al océano vivo de los sueños despiertos,
Donde no hay ni sentido de la vida ni dichas,
Sólo el vasto naufragio de las cosas que estimo;
Y hasta lo más querido —aquello que más amo—
Extraño me es —por cierto, más extraño que todo.

Anhelo esas regiones no holladas por el hombre;
Un lugar en que nunca sonrió o lloró mujer;
Para vivir allí con Dios, mi Creador,
Y dormir dulcemente como dormí de niño:
Yacer sin molestar y sin ser molestado;
Hierba debajo —arriba, la bóveda del cielo.

John Clare

Versión de Carlos Cámara


30 mayo, 2015

El prójimo

Antonio Fillol - La gloria del pueblo (1895)

No éramos los más pobres. A nuestros vecinos más próximos, que tenían aún menos dinero que nosotros y una casa siempre sucia y mal atendida, los despreciaban mi madre y más personas. Como no tenían trabajo, pertenecían a esa fracción de vecinos de quienes se decía que eran unos holgazanes, unos individuos que viven de las ayudas sociales, que no pegan golpe. Voluntad, deseo desesperado y siempre reanudado de colocar a otras personas por debajo de uno, para no estar en lo más bajo de la escala social.


Edouard Louis
Para acabar con Eddy Bellegueule


23 mayo, 2015

Tregua

 William Gedney - Crowd at O’Rourke’s Bar in Brooklyn, New York (1960)


Él mismo cargaría en sus brazos los despojos mortales de la Solveig ideal; y, a falta de tierra en que sepultarla, inventaría para ella una lujosa inhumación de literatura. Y lo haría esa noche, allá, en el cuarto de sus tormentos y en una soledad tajeada de sollozos. El Cuaderno de Tapas Azules tendría segunda parte: un funeral maldito y una liturgia de fantasmas que lloran desde los ojos a los pies.
En este punto Adán observó, como tantas otras veces, que las dos señales exteriores de su exaltación amenazaban con delatarlo: una inspiración profunda que le hacía doler el pecho y un afluir de lágrimas a sus ojos. En el temor de verse descubierto, recorrió la tertulia con una rápida mirada: junto al ventanal el trío de señoras departía otra vez animadamente; en lo alto de su escalera mister Chisholm trataba de fijar al muro una rebelde tira de papel; Marta Ruiz y el ingeniero tenían ahora la palabra en el diván celeste; por otra parte, la discusión arreciaba de nuevo en el sector metafísico a que pertenecía, y Samuel Tesler llevaba, como de costumbre, la voz cantante. Adán se tranquilizó: era visible que nadie reparaba en él. Pero sintió al mismo tiempo la necesidad urgente de unir su voz a tantas voces, de compartir aquel mundo sonoro, de fundirse todo él con la tertulia, siquiera para olvidarse de sí mismo y hacer a un lado los nuevos clamores de su alma. ¡Una tregua! Entonces, con más desesperación que sed, apuró su whisky de un solo trago. Y al volverse para dejar el vaso en el suelo, vio junto a sí la figura enigmática de Ramona que le tendía otro vaso lleno hasta los bordes, Hebe antigua, Hebe callada, Hebe piadosa en su piadoso ministerio.


Leopoldo Marechal
Adán Buenosayres

20 mayo, 2015

Un hombre bueno


John Steinbeck con su perro Charley

Alzó en brazos a Charley y lo sacó y lo puso en el asiento delantero del descapotable, y el rabo peludo cotorreó contra el cuero. Estaba contento y confiado, y yo también. Y ése fue el motivo de que me quedase unos días en Amarillo. Para completar el episodio diré que recogí a Charley cuatro días después, completamente bien. El veterinario me dio unas pastillas para que se las diera a intervalos durante el viaje para que no volviera a aparecer el trastorno. No hay absolutamente nada que pueda reemplazar a un hombre bueno.

John Steinbeck
Viajes con Charley
en busca de Estados Unidos

01 mayo, 2015

El desheredado


Fan Ho - El llanero solitario

EL  DESDICHADO

Soy el Tenebroso,-el Viudo,- el Desconsolado,
El Príncipe de Aquitania de la torre abolida:
Mi única Estrella ha muerto, - y mi laúd constelado
Lleva el Sol negro de la Melancolía.

En la noche de la Tumba, Tú que me consolaste,
Devuélveme el Pausilippo y el mar de Italia,
La flor que tanto gustaba a mi corazón asolado
Y la parra donde el pámpano a la Rosa se alía...

 ¿Soy Amor  o Febo?... ¿Lusignan o Biron?
Mi frente está roja todavía por el beso de La Reina
Soñé en la Cueva donde nada la Sirena.

Y dos veces vencedor, atravesé el Aqueronte
Modulando a su tiempo sobre la lira de Orfeo
Los suspiros de la Santa y los gritos del Hada.

Gérard De Nerval
(París,1808)

Versión de Claire Deloupy

26 abril, 2015

Lluvia


 Eduard Gordeev

La lluvia continuaba. Era una lluvia dura, una lluvia constante, una lluvia minuciosa y opresiva. Era un chisporroteo, una catarata, un latigazo en los ojos, una resaca en los tobillos. Era una lluvia que ahogaba todas las lluvias, y hasta el recuerdo de las otras lluvias. Caía a golpes, en toneladas; entraba como hachazos en la selva y seccionaba los árboles y cortaba las hierbas y horadaba los suelos y deshacía las zarzas. Encogía las manos de los hombres hasta convertirlas en arrugadas manos de mono. Era una lluvia sólida y vidriosa, y no dejaba de caer.

Ray Bradbury
La Lluvia
en El hombre ilustrado

18 abril, 2015

Fosforescente al salir del mar

Foto incluida en My Buddy: World War II Laid Bare, de Dian Hanson

«... Era temprano. El mar corría y bajaba en olas. Se desprendía de su espuma y se iba, limpio, con su agua verde, en ondas calladas.
»-En el mar sólo me sé bañar desnuda -le dije. Y él me siguió el primer día, desnudo también, fosforescente al salir del mar. No había gaviotas; sólo esos pájaros que les dicen «picos feos», que gruñen como si roncaran y que después de que sale el sol desaparecen.
Él me siguió el primer día y se sintió solo, a pesar de estar yo allí.
»-Es como si fueras un «pico feo», uno más entre todos -me dijo-. Me gustas más en las noches, cuando estamos los dos en la misma almohada, bajo las sábanas, en la oscuridad.
»Y se fue.
»Volví yo. Volvería siempre. El mar moja mis tobillos y se va; moja mis rodillas, mis muslos: rodea mi cintura con su brazo suave, da vuelta sobre mis senos; se abraza de mi cuello; aprieta mis hombros. Entonces me hundo en él, entera. Me entrego a él en su fuerte batir, en su suave poseer, sin dejar pedazo.
»-Me gusta bañarme en el mar -le dije.
»Pero él no lo comprende.
»Y al otro día estaba otra vez en el mar, purificándome. Entregándome a sus olas.»


Juan Rulfo
Pedro Páramo

12 abril, 2015

Sin misericordia

Ivan Konstantinovich Aivazovsky - Barcos de la Costa del Cáucaso (1889)


Sin embargo, no sólo el mar es enemigo del hombre, que es ajeno a él, sino que es también enemigo de su propia progenie; como el anfitrión persa que asesinó a sus propios invitados sin perdonar la vida a las criaturas que él mismo había engendrado. Al igual que la salvaje tigresa que, agitándose en la selva, aplasta a sus cachorros, del mismo modo el mar pulveriza incluso a la más poderosa de las ballenas contra las rocas, y la deja allí, al lado de los divididos restos de los naufragios. Ninguna misericordia lo gobierna, sólo su propio poder. Jadeando y resoplando como un loco corcel de batalla que ha perdido a su jinete, el océano sin dueño se desborda sobre el globo. 

Herman Melville

Moby Dick

02 abril, 2015

Estado de gracia

Yann Faucher - In the Mood

El estado de gracia del que hablo no se usa para nada. Es como si viniera tan sólo para que se sepa que realmente se existe. En ese estado, además de la tranquila felicidad que irradia de personas y cosas, hay una lucidez que sólo puedo llamar leve porque en la gracia todo es tan, tan leve. Es la lucidez de quien no adivina más: sin esfuerzo, sabe. Sólo eso; sabe. No pregunten qué, porque sólo puedo responder del mismo modo infantil: sin esfuerzo, se sabe.
Y hay una bienaventuranza física que a nada se compara. El cuerpo se transforma en un don. Y se siente que es un don porque se está experimentando, en una fuente directa, la dádiva indudable de existir materialmente.


Clarice Lispector

Revelación de un mundo

23 marzo, 2015

Conmigo

L.A. Sanchez - San Francisco-Oakland Bay Bridge (1935)

No, todo desapareció, ahora ya ni joven, ni viejo, ni moderno, ni anticuado, ni alumno, ni muchacho, ni maduro, ni inmaduro, era nadie, era nulo... Alejarse andando, ir alejándose y no sentir ni un recuerdo. ¡Dulce indiferencia! ¡Sin recuerdo! Cuando murió todo en ti y nadie todavía pudo alumbrarte de nuevo. Oh, vale la pena vivir para la muerte, sólo para saber que todo murió en ti, que ya no hay nada... vacío y ayuno, silencio y limpieza; y cuando estaba alejándome me parecía que no iba solo sino conmigo, al lado mío o dentro de mí o alrededor de mí iba alguien idéntico conmigo, mío —en mí, mío— conmigo, y no había entre nosotros amor, odio, deseos, asco, fealdad, hermosura, risa, partes de cuerpo, ni ningún sentimiento, ningún mecanismo, nada, nada, nada...

Witold Gombrowicz
Ferdydurke

19 marzo, 2015

La ternura

Eugenio Hermoso Martínez - La Merendilla (1908)

La ternura nace en el momento en que el hombre es escupido hacia el umbral de la madurez y se da cuenta, angustiado, de las ventajas de la infancia que, como niño, no comprendía.
La ternura es el sobresalto que nos produce la edad adulta.
La ternura es un intento de crear un ámbito artificial en el que pueda tener validez el compromiso de comportarnos con nuestro prójimo como si fuera un niño.
La ternura es también el sobresalto que nos producen las consecuencias físicas del amor; es un intento de sustraer al amor del reino de la madurez (en donde es algo serio, traicionero, lleno de responsabilidad y de cuerpo) y considerar a la mujer como niña.

Milan Kundera
La vida está en otra parte

15 marzo, 2015

Un hombre auténtico



Utagawa Kuniyoshi - Musashi


No era difícil encontrar espadachines capacitados, lo que resultaba difícil era dar con un hombre auténtico. Mientras que el mundo estaba lleno de gente, demasiado lleno, encontrar un ser humano auténtico no resultaba fácil. En sus viajes, Musashi había llegado a creer profundamente en eso, hasta el punto que le causaba dolor y le desalentaba. Pero su mente siempre volvía a Takuan, que sin duda era un individuo auténtico y único.

Eiji Yoshikawa
Musashi. I. La leyenda del samurai

13 marzo, 2015

Extraviados


Lisa Wu - Hiker Oregon

A Vito no le desagrada pensar que andan extraviados. De nuevo, como sobre el puente un rato antes, regresan los bosques de su infancia. En el recuerdo, el sabor de las zozobras, de los temores de entonces, le resulta placentero. Quisiera recuperarlos para este momento. Pero aquella posibilidad de excitación ha quedado atrás hace siglos. Ahora es un hombre adulto. Sus inquietudes, sus impaciencias, son de otra índole. O será que este hombre adulto ya no participa de nada, que está cerrado a todo. Que en su pobreza ya no hay cabida para nada, ni siquiera para los temores.

Antonio Dal Masetto
Imitación de la fábula

24 febrero, 2015

Un malestar

Edward Hopper - Jo dibujando en la playa de Good Harbor (1925–28)

Pero me despertó la felicidad o un malestar que tardé en comprender. Porque hay felicidades que sólo son un malestar que todavía no se comprende. Los días se viven, pasan, dejan su sedimento y el corazón los interpreta después con una sabiduría a veces más exacta que las meditaciones de una inteligencia preocupada. Se tarda tiempo en encontrar la razón de algunas tristezas. La vida no es directa ni va nunca por un solo camino.

Luis García Montero
Alguien dice tu nombre

02 febrero, 2015

El poder de la palabra


 Ed Ruscha  - Dennis Hopper (1964)


Ella había reído, llena de indulgencia, cuando me lo refirió, pues él era encantador, ¿no es cierto?, cuando quería serlo, cuando uno lo conocía, nadie sabía ser más exquisito, seductor que él en sus buenos momentos, y yo también había reído, lleno de indulgencia, no había reaccionado en absoluto, como suele suceder cuando ciertas palabras parecen resbalar sobre nosotros sin dejar huellas: las dejamos pasar, reímos, como hice yo, llenos de inconsciencia. Pero las palabras penetran en nosotros sin que lo sepamos, se implantan en nosotros profundamente, y luego, a veces mucho tiempo después, se alzan en nosotros bruscamente y nos fuerzan a detenernos de pronto en el medio de la calle, o nos hacen sobresaltarnos de noche y sentarnos, inquietos, en la cama. 

Nathalie Sarraute
Retrato de un desconocido


28 enero, 2015

La llamada de otro


Balthus - Passage du Commerce-Saint-André (1952-54)

En los diez meses anteriores, Erzsébet ha aprendido que uno no precisa palabras para comunicarse con la gente. En diez meses y en el caos de los últimos veinticuatro días y noches ha aprendido un modo de entrar en contacto más sensible y fiable que las palabras, hecho de miradas, silencios, gestos y mensajes aún más sutiles; es el modo en que lo íntimo de un ser humano reacciona a la llamada de otro, esa complicidad silenciosa que en momentos de peligro da a la mutua pregunta una respuesta más inequívoca que cualquier confesión o explicación y cuyo significado es: estoy contigo, pienso lo mismo que tú, me tortura el mismo problema, estamos de acuerdo...

Sándor Márai
Liberación