24 abril, 2016

Petrificado


Peder Severin Krøyer - Un almuerzo (1893)

Su padre se dirigió a la cocina como si hubiera estado esperando cualquier pretexto para alejarse. Mattia se dijo que eso era todo lo que quedaba del amor de los padres, pequeñas atenciones, preocupaciones como las que los suyos enumeraban por teléfono todos los miércoles: la comida, el calor y el frío, el cansancio, a veces el dinero. Todo lo demás, conversaciones nunca entabladas, excusas que dar o recibir, recuerdos que corregir, formaba como una masa petrificada que yacería a profundidades insondables para siempre.

Paolo Giordano
La soledad de los números primos



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