20 enero, 2017

Aprendizaje


 Gustave Caillebotte - Retrato de Henri Cordier (1883)


Había llegado a esa edad en que se planteaba, con creciente intensidad, una pregunta de tan abrumadora simplicidad que no sabía cómo encararla.  Se preguntaba si valía la pena vivir su vida, si alguna vez había valido la pena. Sospechaba que todos los hombres se hacían esa pregunta en algún momento, y se preguntaba si a todos les ocurría con esa misma fuerza impersonal con que se había instalado en él. La pregunta conllevaba una tristeza general que (pensaba) tenía poco que ver con él mismo o con su destino individual; ni siquiera sabía si la pregunta surgía de las causas más obvias e inmediatas, de lo que había ocurrido con su vida. Venía, según pensaba, del paso de los años, de la acumulación de accidentes y circunstancias, y de lo que él había llegado a comprender sobre cada uno de ellos. Lo satisfacía de una manera sombría e irónica, la posibilidad de que lo poco que había podido aprender lo hubiera conducido a este conocimiento: que con el tiempo todas las cosas, incluso el aprendizaje que le permitía saber esto, eran fútiles y vacuas, y que al fin se reducían a una nada que ellas no llegaban a alterar. 

John Williams
Stoner

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