15 enero, 2017

Esa mirada nómada


Henry Jules Jean Geoffroy - Les petits écoliers (1905)

Una tarde, mientras redactaba un informe de lectura, Hans se distrajo con los ruidos de la casa. Se distrajo en parte porque el libro le había parecido francamente aburrido, y en parte porque la vocecilla inquieta de Thomas volviendo de la escuela y corriendo por el pasillo era difícil de ignorar. Se estiró y salió de la habitación para tomarse un café en la sala. Al verlo bajar, Thomas hizo lo que solía: brindarle un saludo alegre, cuatro o cinco acrobacias, una risita pícara y marcharse a buscar otro entretenimiento. Viéndolo alejarse, Hans se sintió desamparado y pensó que no había mirada más sin dueño que la de un niño jugando. Con la taza en los labios, se preguntó por qué un adulto estaba preparado para el odio de otro adulto, pero no para la indiferencia de un niño. El ir y venir de los ojos de Thomas, que celebraban algo tan pronto como lo olvidaban, esa mirada nómada ante el mundo, ¿se enamoraba de todo o no retenía nada?

Andrés Neuman
El viajero del siglo

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